En estos tiempos de penuria y hambre futbolística (entiéndase México), unos recuerditos del Buen Fútbol* no nos caen mal. Digo, mientras seguimos con el cuchillo corte y corte nuestras venas porque nuestra adorada Selección califique al Mundial, por entender qué hacen nuestros equipos para intentar llegar a la liguilla (ya ni pensar en el título, vayamos a creer que son muy responsables para tenerlo como objetivo). Vaya, hasta se siente el hueco de la indiferencia siempre presente que representa el Necaxa, ¡que se nos ha ido!

Bien, les decía de los recuerditos, de antaños no muy lejanos, ¿tanto?, con la situación actual pareciera que han pasado lustros de haber sido partícipes (como aficionados) de grandes juegos, jugadas y jugadores. ¡Y miren que se extraña! Demos una repasadita a lo que alguna vez fue nuestro fútbol y a los hombres que escribieron esa agradable parte de la historia. (Hasta parece uno comentarista, qué barbaridad).

En la década anterior, ¡uffff!, los noventa, llegaron jugadores que se acoplaron de inmediato a nuestras canchas y desquitaron con creces pisar suelo mexicano. Nomás chequen:

Érase una vez el Estadio Azteca, que albergaba a tres equipos: América, Cruz Azul y Necaxa. Cada uno de estos equipos tenía entre sus filas jugadores nacionales y extranjeros que amaban su camiseta y cada partido se la rifaban en serio. Con el correr de las jornadas eran los equipos a vencer, además del Guadalajara, Santos, Tecos, Pumas y Morelia de aquél entonces. Era injusto que no hubiera un título para todos ellos, sólo había uno para el mejor. ¡Y en esa década (casi) siempre fue el Necaxa! ¿Pero quiénes estaban en esos equipos?

Recordemos al Necaxa de Ivo Basay, Sergio Ratón Zárate, Alex Aguinaga, Eduardo Vilches, Ignacio Ambriz, Alberto García Aspe, José María Higareda, Efraín Cuchillo Herrera, Octavio Becerril, Nicolás Navarro, Ricardo Peláez, Luis Hernández, Gerardo Esquivel. ¡Dirigidos por Manolo, ufff, Manolo!

¡Cómo olvidar a la dupla Biyik y Kalusha!, que se encumbraron en un América que tenía a jugadores como Zague, Luis García, Joaquín del Olmo, Raúl Gutiérrez, Adrián Chávez, Guillermo Naranjo, Rafael Bautista, Francisco Uribe, José Enrique Rodón, Joaquín Hernández. Las Águilas donde comenzaban a emplumarse Cuauhtémoc Blanco y Germán Villa. ¿Acaso ya olvidaron a Leo, ufff, Beenhakker?

¡Y qué decir del Cruz Azul de Carlos Hermosillo y Julio Zamora!, de los Pintado, Octavio Mora, Pedro Duana, Norberto Scoponi, Héctor Esparza, Héctor Islas, Guadalupe Castañeda, José Luis Sixtos, Antonio Taboada; que marcaron época con Enrique Meza y Luis Fernando Tena. ¡Incluso estaba Cle Kooiman en esa generación!

Llévelos, llévelos, lleve sus recuerditos para estos tiempos donde ya el nombre de las jefas no se recuerda en los estadios. Un poquito de memoria (¡ah!, gratos recuerdos) compartida para esta realidad que aqueja al fútbol mexicano y que a los aficionados nos han orillado al anonimato: al olvido. ¡Bara, bara, bara!